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Los pinceles por las balas

Para hacer que el arte desista de su infundada rebeldía y eventualmente desaparezca.


Dadas las condiciones de esta generación es necesario reflexionar sobre el desperdicio que representa el campo del arte a nivel global. El país que tenemos en las manos, así como el mundo de hoy, tiene en la mente y en el corazón un proyecto que el arte no asume ni propicia.


La humanidad del teatro, la pintura, la literatura y la música se oponen a los avances tecnológicos, científicos y armamentistas que definen las verdaderas intenciones del hombre. Hace tiempo se conoce que el proyecto actual de la humanidad está enfocado en la destrucción y aniquilación de la especie misma, una idea sensata que acabaría con todos los problemas que la aquejan.


Si se tiene un mínimo de consciencia se puede notar que en cada rincón del planeta late incesablemente un conflicto, basta con enfocar la mirada sobre nuestros puntos de referencia globales de progreso para comprender la relación que existe entre este y la guerra. Tomemos como ejemplo a la sociedad estadounidense, el faro de libertad y valores del mundo. Según estadísticas de infobae[1], un 72% de su población adulta ha disparado un arma en alguna ocasión y un 41% guarda al menos una en su casa. Esto, por sí solo, habla de la grandeza de su cultura y su sociedad.


En este marco, el arte solo representa un atraso social, ideológico y económico para el fin último de la humanidad debido a su ignorante obsesión con el valor que le da a la vida. Es por tal razón que la propuesta aquí planteada con respecto al arte y la guerra es una de las más viables soluciones para el proyecto incompleto de la decadencia.


Así, es necesario empezar por los artistas como fuente de oposición comprendiendo humildemente que sus almas no terminan de adaptarse al tiempo que nos compete. Resulta preocupante notar la ingenua rebeldía en su lucha metafórica por los valores que ya no existen ni en ellos mismos y algo se debe hacer para encaminarlos en el sendero correcto: el del progreso.


Se puede empezar por hacerle notar a cada uno de los campos artísticos, mencionados anteriormente, que la guerra los contiene y supera en gran medida. Para ello tomaré a Colombia como mi ejemplo más directo. Nuestro país ha comprendido -mejor que muchos otros- que la guerra es la forma más tangible de acabar con una sociedad y sus integrantes.


La historia de mi país puede demostrarle a cualquier actor que el teatro real es el enfrentamiento a muerte de la gente que ocupa los guiones ficticios de la política, encarnándolos en su piel; a cualquier pintor que el único color realmente importante para el hombre es el rojo de su sangre manchando la tierra de la que viene; a cualquier escritor que la guerra es el único tema que realmente hace arder el corazón de los lectores, y a cada músico que la armonía verdadera está en los gritos que resuenan en el campo, en el sonido orquestado de las balas atravesando la carne y en el silencio que dejan las voces de los desaparecidos.


Así le pregunto a cada artista ¿no es acaso esta la forma más sublime del arte: la exacerbada humanidad destruyéndose viva en sus pasiones más bajas? ¿no es romántico pensar en cómo vivimos para darle múltiples y creativos orígenes a la muerte? Es imperativo entonces que los artistas utilicen esa sensibilidad de la que se ufanan para comprender el arte de las artes: la inmortal y contagiosa guerra.


Deben entender que su difícil condición en la sociedad es producto de sus ideas desviadas. ¿Qué sucedería si los artistas se juntaran, sin excepción alguna, al poder? Ciertamente verían por primera vez el beneficio económico que esto conlleva y además le darían un espacio real a su arte en la propaganda. A esto se sumaría que su oposición dejaría de afectar nuestra educación permitiendo finalmente la anhelada homogeneización de pensamiento, teniendo como consecuencia la armonía en la convivencia de los hombres, pues no habría conflicto ni ideología que contradijera el proyecto de la humanidad (un éxito también para el arte).


A la vez, debemos comprender que monetariamente el arte representa un gasto superfluo, la necesidad de adquirir materiales de difícil producción para desperdiciar años en prácticas infructíferas orientadas a la creación de arte es una problemática que jamás se presentaría en los campos de la guerra. Las armas cumplen su función inmediatamente en las manos de cualquier hombre, exterminar la vida es ciertamente más sencillo que contenerla en un lienzo. La muerte del arte eliminaría también la frustración espiritual que representa su creación y de esta forma se aceleraría nuestro proyecto humano.


Retomemos aquí el ejemplo estadounidense. Stephen Paddock, el ejemplo de hombre que alienta el futuro, un verdadero artista, llevó 23 fusiles de asalto y miles de municiones al piso 32 del hotel Mandalay Bay de Las Vegas. Con ese arsenal de guerra, masacró desde la ventana de su habitación a 58 personas que asistían a un concierto de música country. Es esta la libertad que concede Estados Unidos y que necesita el mundo para que todos lleguemos a ser verdaderos artistas.


Así, poco a poco se llega al punto real de este texto: la desaparición de cualquier forma de arte y de los artistas. Pues, como se ha visto hasta ahora, la guerra es capaz de contener cada una de las formas de expresión humana. Se ha entendido también que resulta más beneficioso para el hombre con creatividad poner sus capacidades en función de este proyecto orientado a la destrucción y que cada inversión económica que se hace a la guerra culmina favorablemente reduciendo el bienestar de la vida humana.


En suma, es coherente y sensato para todos los hombres abandonar el arte; dejar los talleres, bibliotecas, galerías y museos para formar ejércitos cada vez más grandes. Cambiar los pinceles y las plumas por las armas es lo que le dará, finalmente, sentido pleno a nuestra humanidad. Y nos dará a todos los hombres la tranquilidad que conlleva la muerte.




[1] Mizrahi, D. (2019). Estados Unidos y las armas: razones y cifras de una pasión incontrolable a pesar de las tragedias. Retrieved from https://www.infobae.com/america/eeuu/2017/10/07/estados-unidos-y-las-armas-razones-y-cifras-de-una-pasion-incontrolable-a-pesar-de-las-tragedias/

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