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Filosofía de la praxis

“La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar”

- Eduardo Galeano


Feuerbach en su teoría del materialismo utilitarista, concibe la realidad y sus circunstancias sociales y económicas bajo la forma de un objeto de contemplación y desarrollo objetivo, en donde el hombre y la mujer son producto de las circunstancias históricas y la educación formal. Sin embargo, no tiene en cuenta que la sociedad se construye desde la misma práctica del hombre y de la mujer, olvida que es el sujeto quien cabalmente, produce las acciones necesarias para que cambien las circunstancias, y que “el propio educador necesita ser educado” para que se den las condiciones antagónicas a las actuales.


El cambio de la realidad se debe al constante movimiento que se desarrolla desde la praxis revolucionaria del hombre y de la mujer, debido a que las circunstancias que históricamente han condicionado las bases políticas del país son susceptibles de ser cambiadas por la actividad sensorial del sujeto y su actuar crítico. La teoría utilitarista de Feuerbach en donde el hombre y la mujer son producto de las circunstancias, relega el actuar del sujeto y la capacidad que tiene para desarrollar su propia individualidad, cayendo en un determinismo fatalista. Afrontar la realidad a un nivel terrenal permite oponerse a las contradicciones sociales y cambiarlas, sin embargo, se requiere de cierto grado de conciencia política que permita colectivizar la lucha hacia un mismo fin, transformar el mundo.


Los antagonismos que existen en la sociedad, entre los cuales podemos observar el racismo, el machismo y la explotación laboral, son fruto de las imperantes coyunturas políticas y económicas que han estirado las brechas de igualdad y libertad en esta contradictora democracia. Esta realidad nos ha llevado a la formación de una conciencia de lucha, de una visión por el cambio, en donde entendemos que la historia la construye el hombre y la mujer a partir de su interpretación crítica del mundo y de su práctica revolucionaria y social.


Para que el proceso de cambio altere las circunstancias históricas y rompa con los antagonismos vigentes, es preponderante que se realice no como la sumatoria de los intereses individuales sino desde la pugna colectiva por una efectiva sociedad democrática. La conciencia social debe ser el motor para la construcción de un nuevo país, en donde la violencia y la subordinación se dejen en el pasado.


No hay que subestimar el alcance que tiene el sujeto para impulsar una lucha provista de la fuerza e importancia revolucionaria que suscite el cambio, es imperante creer en la capacidad que tenemos para suscitar la transformación del mundo y generar una sociedad democrática y libre. Sin embargo, es importante realizar la autocrítica de lo que se puede considerar como praxis revolucionaria, ya que la actividad práctica debe ser juzgada a partir de sus resultados y no exclusivamente del discurso político, ya que el carácter verdaderamente transformador del sujeto se da a partir de la acción.


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