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¿Bandas criminales o tercera generación paramilitar?


En mayo del año 2007 la CNRR (Comisión Nacional de Reparación y Reconciliación) publicó un informe con el propósito de iniciar una discusión sobre temas centrales acerca de la desmovilización, desarme y reintegración de las AUC y el desmonte de la dimensión mafiosa de esta organización. (CNRR, 2007). En el informe se hace manifiesto que existe una población, según categorías “ideales”: disidentes, los cuales define como grupos que pertenecieron a las AUC y que no se desmovilizaron por no entrar en el proceso de desmovilización o que entraron al proceso pero finalmente, no se desmovilizaron; rearmados, entendida como personas y grupos de personas desmovilizadas que reincidieron en actividades relacionadas con crimen organizado, narcotráfico y delincuencia común, bien a través de grupos ya existentes o mediante la conformación de otros; y emergentes, grupos que existían y su visibilidad era mínima por la existencia de las AUC, o que se originaron luego del proceso aprovechando los vacíos de poder local que dejaban las AUC.


Vicente Castaño alegando incumplimiento por parte del gobierno pudo incentivar la formación de “bandas criminales emergentes”. Dichas bandas se pueden aliar pragmáticamente con grupos guerrilleros para tráfico de drogas. Pese a ello, se puede pensar que estas nuevas bandas serán desmanteladas fragmentadamente por el Estado.


(…) no se puede descartar la posibilidad de la emergencia de una “tercera generación paramilitar”, con todas las complicidades institucionales y privadas que ello conlleva, dada la persistencia del conflicto interno y la incapacidad del Estado para ejercer un pleno control territorial. (CNRR, 2007, pág. 6)


De la formación de estos nuevos grupos quedaron opiniones divididas entre quienes los ven como delincuentes comunes y quienes los consideran una nueva generación del paramilitarismo. El informe abre nuevas preguntas: ¿Son estos fenómenos la evidencia de una tercera generación paramilitar, una prolongación de las antiguas AUC, o son expresiones de la criminalidad organizada y del narcotráfico, y actuarían sin motivación política o contrainsurgente? ¿De qué forma enfrentarlos eficazmente en función de la consolidación del Estado social de derecho? ¿Cuál es finalmente la naturaleza de esos grupos armados y su alcance en el proceso de transición que Colombia recorre actualmente? (2007)


Diez años después, es evidente que muchas de estas organizaciones que se gestaban luego de la desmovilización de las AUC permanecen vivas hoy, y que muchas veces han logrado amenazar la estabilidad política local de algunas regiones. Los gobiernos, sin embargo, niegan el carácter político o contrainsurgente de dichas organizaciones y las clasifican como Bandas criminales. Diez años después continúa la incógnita de ¿Bandas criminales o paramilitares?


Un claro ejemplo es el de la organización autodenominada como Autodefensas Gaitanistas de Colombia AGC. En su página oficial, en un documento publicado el 7 de abril del presente año manifiestan su desacuerdo con las declaraciones hechas por el vicepresidente Oscar Naranjo: Sostiene el nuevo vicepresidente que “las bandas criminales no poseen estatus político y que bajo ninguna circunstancia se le va a reconocer, debido a que son organizaciones dedicadas únicamente al narcotráfico y al asesinato selectivo de personas que denuncia su accionar.” [1] Las Autodefensas en el mismo artículo responden:


Ahora el General en funciones de vicepresidente ataca nuestra Organización, pretendiendo desconocer de plano cualquier naturaleza política. Señor Vicepresidente, la legitimidad y la representación política nos la dan las comunidades en donde llevamos casi una década haciendo presencia como Autodefensas Gaitanistas de Colombia. No somos recién llegados a este conflicto, ni pretendemos hacernos pasar por lo que no somos tomando ropajes prestados. (2017)


Se refuerza la idea de que el Estado no está en disposición de reconocer a los grupos que emergieron luego de la desmovilización de 2005, como organizaciones de carácter político presentes en el conflicto armado y, en consecuencia, no está dispuesto a abrir un proceso de negociación con los mismos, ni a incluirlos en el realizado con las FARC. Sin embargo, estas organizaciones se consideran a sí mismas como políticas e influyentes en el conflicto, por esto, reclaman al gobierno que sean tomados como actores políticos y no están prestos a entregarse como “delincuentes comunes” a la fiscalía. Se crea una disyuntiva donde, a pesar del proceso de paz que se viene realizando, queda vigente un actor que amenaza la estabilidad del mismo: en zonas veredales donde se encuentran los guerrilleros en el proceso de dejación de armas, se ha denunciado presencia paramilitar que amenaza la seguridad de la población civil y de los excombatientes en las zonas, tal es el caso del Caquetá.


Ha llegado la hora de terminar con el conflicto social y armado en Colombia. Pero ello solo será posible en la medida en que el Estado y las personas que lo integran obren con generosidad, mirando siempre cuáles son las medidas que benefician a las comunidades más pobres y alejadas del poder central. (AGC, 2007)


Un reconocimiento por parte del Estado, dando el carácter de paramilitar a organizaciones como los Gaitanistas, implicaría un reconocimiento por parte del mismo de que el proceso de desmovilización de 2005 fue fallido y el Estado incapaz de desmantelar las estructuras paramilitares. Lo anterior, podría ser una de las razones por las cuales, el gobierno se niega a reconocer a las nuevas organizaciones como políticas, además, de los costos políticos que traería dicho reconocimiento. La alternativa que queda, al no reconocerse el carácter político de las organizaciones es desmantelarlas por la vía de la confrontación física, y de no lograrse estas organizaciones podrían llegar a desatar una nueva etapa en la violencia colombiana, y el intento por buscar una paz estable y duradera se vería amenazado. El gobierno debe actuar de manera estratégica y siendo consciente de las capacidades de confrontación propias y de las organizaciones.


 

[1] Extraído de: http://autodefensasgaitanistasdecolombia.org/agc2/index.php/layout/130-editorial-la-naturaleza-de-las-autodefensas-gaitanistas-de-colombia


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