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El Anticristo y la lucha contra la Decadencia contemporánea.

El mundo contemporáneo nos obliga a revisar los hechos actuales y traer los conceptos referidos por Friedrich Nietzsche en el Anticristo y algunos otros de sus textos, con el fin de definir, criticar y cambiar el presente que nos rige. Dicho ello, ante los crecientes escándalos de corrupción y la victoria de la ultraderecha y la filosofía del miedo en las principales potencias de occidente debemos comprender de qué se trata esa ola gris que permea todos los niveles del Estado y la sociedad.


Mi lectura del anticristo, como Foucault -orientada a mi favor- me recuerda insistentemente que los conceptos de la decadence humana, política, intelectual y social, son un resultado que según Nietzsche se producen de la religión. Pero ¿qué nos trajo a esta baba oscura de la corrupción, la violencia y la inequidad social? ¿Quiénes fueron aquellos a los que les podemos imputar esta crisis política, económica, social y moral en la que nos encontramos?


Sin dar muchos rodeos, ha sido ese capitalismo salvaje el que ha infundido la formación filosófica, económica y política que ha venido adecuando el ethos como la personalidad misma de los individuos. Es allí desde donde se ha venido justificando la expresión ética de los actuales individuos y que si bien es aún extraño a Nietzsche “la explotación del hombre por el hombre” coinciden en eso el autor y el capitalismo salvaje, consolidando así la conducta humana del siglo XXI. Para Nietzsche, la construcción del Superhombre se basaría en la configuración de un ethos egoísta y sin compasión. Sin embargo, pretendo reafirmar también mis diferencias, afinidades, observaciones y criticas al referido filósofo a lo largo de su discurso en el Anticristo.


Esa construcción egoísta del Übermensch, que pretendía el alemán, en mi consideración no debía ser a partir de la “ausencia de compasión” (que es como se han venido formando las más recientes generaciones de Occidente), al ser esta contraria a la supervivencia misma del ser humano y por ende también lejana de la idea del superhombre como tesis de un ser humano más avanzado de manera intelectual, física, política y moralmente, es decir, un nuevo ethos de relevancia social.


En ese sentido, leer el anticristo en un panorama de crisis global nos hace preguntarnos al respecto de la reformulación de la filosofía anticristiana contemporánea, superando el debate de la existencia de Dios y entendiendo el “anticristianismo” como algo que trasciende los mismos aposentos de la religión, como la conocemos, y que nos es útil en el mundo espiritual del Mercado como religión laica y global, como ya lo habría dicho Jung Mo Sung en sus distintos escritos de la Teología de la Liberación y la Economía, donde advierte la estrecha correlación que el capitalismo ha generado entre religiosidad y mercado.


Desde la mirada del autor surcoreano -Mo Sung- se ve que en la actualidad el Mercado es un dios y el paraíso prometido (como premio al buen comportamiento) consistirá en lograr una producción ilimitada de recursos. Dicha promesa de recursos ilimitados te salva del infierno de la pobreza si te conduces por la palabra de los sacerdotes que son los economistas que nos dicen que no violemos los mandamientos del Mercado. Ese quebrantamiento de las leyes del dios Mercado, son la compasión o la intervención del Estado en la Economía y se les conoce como el pecado original, resultando en el Infierno de la pobreza y las fallas del mercado.


A Jesús, tomado de las religiones judeocristianas, se lo ha simbolizado en occidente como El Sacrificio Necesario, concepto vacío que han venido llenando los actuales sacerdotes con elementos que consideran como despreciables o desechables para la sociedad, es lo que explica que sean los pobres los que sufran las peores regresiones de tipo social por la crisis económica.


Esa suma de dios, paraíso prometido, infierno, Pecado Original y El Sacrificio Necesario nos muestra que el Mercado cumple con los elementos propios de un Mito Mesiánico Necesario y nuestra contemporaneidad está atravesada por la filosofía y la religión del capital. Es así como concluyo este paréntesis con el fin de regresar a la tesis de Nietzsche, que centran estas letras.


Por lo mismo, la ethos egoísta, de la que hablaba el existencialista activo alemán, logró su forma deseada en un presente en el cual la ética, cultura, economía y política son de estirpe esencialmente egoísta sin dejar de advertir que Nietzsche falló en sus “pseudo-predicciones” en la medida en la que dicho egoísmo y carencia de compasión social no han contribuido al superhombre, pues claramente el panorama global de crisis nos aleja, cada vez más, de la oportunidad de la concepción de ethos del Übermensch.


Es así como el hijo de Nietzsche, el superhombre como colectivo social superior al presente intelectual, física y moralmente, nació muerto, pues si bien el objeto de su tesis es correcto, en lo referente a la necesidad de construir un ser humano que sea superior en su ética de manera libre, natural e instintivamente, si podemos decir que tal superhombre no es posible con una filosofía occidental de la no compasión o la irrelevancia de los DDHH. No piensen que me aparto de la idea de egoísmo como medio para el superhombre, se debe luchar contra el sufrimiento propio, la lucha por el derecho a ser feliz, es correcto; sin embargo, mi discurso se justifica y aplica en razones claramente distintas a las del alemán. Ese imperativo categórico de “amar al otro como a sí mismo”, que Kant extrajo de Cristo, es el relevante camino al superhombre ¡Herejía a Nietzsche!


Esas diferencias con el autor del Anticristo, no significan que lo crea inadecuado para los eventos que venimos viviendo. Es cierto, tenemos que caminar hacia un Superhombre, a un superior moral, libre, instintiva, intuitiva, física y espiritualmente, pero lo debemos hacer todos juntos. Un ser humano armónico con otros, solidario, justo y ético. Una clara divergencia entre el autor alemán y yo, en un panorama futuro donde todos seamos superhombres y no se admita la dominación de unos sobre otros.


El capitalismo religioso que nos subordina espiritualmente, llevándonos a la violencia, la corrupción y la no compasión de la ultraderecha gobernante, se hace débil para el superhombre, en una serie de cruzadas que no han sido contra el sufrimiento propio como imaginaba el alemán, sino que al contrario nos sumergen en la filosofía del dolor, la muerte, la desigualdad y peor aún, la ignorancia. Como no es difícil verlo en Donald Trump, Álvaro Uribe Vélez, Mauricio Macri, o desde otros extremos de poder, Nicolás Maduro y Vladimir Putin que claramente no pueden representar la visión del superhombre.


Por ello, es tan pertinente volver al Anticristo y recurrir conceptos como la lucha contra la decadencia de la religión contemporánea, el Mercado, para reprochar de manera efectiva, la inequidad, la injusticia, la debilidad intelectual y emocional que nos agobia. ¡Tenemos el deber de refundar la filosofía contemporánea contra la filosofía absolutista del capitalismo salvaje y el reto de la globalización! ¡Nos debemos la superación de la decadencia y la construcción del superhombre lejos de la miseria social, psicológica, política, económica, intelectual y ética en medio de la decadende contemporánea!


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