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Dinero ¿medio o fin?


En el sistema capitalista en el cual nos encontramos inmersos, podemos identificar dos tipos de valores en toda mercancía: uno de uso y uno de cambio, y aunque estos dos valores siempre han estado muy relacionados (por la dependencia que existe entre ellos), pretenden establecer un grado de utilidad respecto a cuestiones diferentes.


Por un lado, tenemos el valor de uso de la mercancía, el cual se puede identificar fácilmente con una pregunta, ¿para qué me sirve? La respuesta a esta pregunta puede ser muy diferente para cada persona, ya que cada uno es quien determina dicho uso. Una persona puede utilizar un automóvil para transportarse todos los días de su casa a su trabajo, así como también es posible, que otra persona utilice el mismo automóvil únicamente los fines de semana para salir a pasear con su familia, y además de esto, existe la posibilidad de que alguien decida no utilizarlo para transportarse él ni para salir de paseo con su familia, sino decida convertirlo en una herramienta de trabajo transportando diferentes tipos de mercancía porque considera que de esta manera obtiene mayor utilidad. Como podemos ver, el valor de uso es muy subjetivo, pero debemos tener presente que es la razón de ser de cada una de las mercancías que se encuentran en el mercado, ya que éstas deben ir encaminadas a prestar algún tipo de servicio a la sociedad.


Por otro lado, nos encontramos con el valor de cambio de la mercancía, el cual también se puede identificar con una pregunta, ¿cuánto me cuesta? Este valor no es tan subjetivo como el de uso, ya que lo ideal sería que el valor de cambio representara el valor que la sociedad le da al trabajo que existe detrás de cada mercancía, porque precisamente esto es lo que se quiere lograr a través de dicho valor, poder representar algo inmaterial (el agradecimiento) en algo material (el dinero). Para explicar por medio de un ejemplo, podemos retomar el anterior; el valor de cambio que debe tener dicho automóvil (¿cuánto me debe costar?), debe responder al valor que la sociedad le da al trabajo desarrollado por la persona o empresa que hizo el automóvil, y ese valor debe ser el mismo, o muy similar, para todos los automóviles iguales al primero, debido a que se requiere el mismo trabajo para construir otro automóvil con las mismas características. Por tal motivo, en este caso no debería haber cabida a la subjetividad.


Ahora bien, la relación que se presenta entre el valor de uso y el valor de cambio, se encuentra justificada en la dependencia que existe entre el valor social, del cual nos habla David Harvey en la primera contradicción de su libro “Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo”, y el instrumento utilizado para medirlo: el dinero. El valor social, es una relación inmaterial -no es posible percibir por medio de nuestros sentidos el agradecimiento (entendido como el valor social), que la sociedad le tiene a la persona o empresa que hizo el automóvil-, este valor, se produce en virtud del valor de uso, ya que dependiendo qué tan útil le sea la mercancía a la sociedad, mayor o menor agradecimiento habrá, y es por este motivo que nace la necesidad de calcular este agradecimiento con una medida material, que pueda ser percibida por nuestros sentidos, y dicha medida es el dinero. En palabras de David Harvey (2014), “el dinero es una forma tangible de apariencia así como símbolo y representación de la inmaterialidad del valor social” (p. 42).


Pero el problema que quiero hacer evidente no se encuentra directamente en la relación (considerada por algunos necesaria) que existe entre el valor de cambio y el valor de uso; se presenta en el momento en que el dinero pasa de convertirse en un instrumento de medición del valor social de las mercancías, para convertirse en una de ellas, se presenta cuando comenzamos a perder de vista el valor de uso y nuestra finalidad comienza a ser el valor de cambio, y finalmente, se presenta cuando nos interesamos más por la acumulación del dinero, para con este poder reclamar parte del trabajo social de los demás (lo cual nos da poder sobre ellos), que por el disfrute del valor de uso que podríamos obtener a partir de este.


Como consecuencia de lo anterior, vale la pena intentar encontrar las razones por las cuales el valor de cambio de las mercancías, tiene mayor importancia que su valor de uso. Cómo lo mencioné anteriormente, la dependencia que tiene el uno del otro, radica en que el valor de cambio puede materializar el valor social producido por el valor de uso, esto, teniendo en cuenta que la utilidad de la mercancía es la que genera el agradecimiento de la sociedad. Esta necesidad que existe entre el valor de uso y el valor de cambio, para David Harvey (2014), “deriva del hecho simple de que sin el dinero y las transacciones que facilita, el valor no podría existir como relación social inmaterial” (p. 43). Pero esta misma razón, es la que hace que en las personas se genere mayor interés por el valor de cambio (el ¿cuánto me cuesta?), que por el valor de uso (¿para qué me sirve?).


Lo anterior es entendible si tenemos en cuenta que lo que ven en el mercado tanto productores como consumidores, son los precios, es decir, el valor de cambio. Esto hace que las personas comiencen a darle bastante importancia al dinero, olvidándose que este es una simple unidad de medida, y tal importancia es tan alta, que cuando se presentan escenarios en donde se enfrenta el valor de uso y el de cambio, este último se sobrepone al primero.


 

Harvey, D. (2014). Diecisiete contradicciones y el fin del capitalismo. Recuperado de https://www.traficantes.net/sites/default/files/pdfs/Diecisiete%20contradicciones%20-%20Traficantes%20de%20Sue%C3%B1os.pdf


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