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Reflexiones para un derecho feminista


Mucho se habla actualmente del rol de las mujeres en la sociedad y del lugar que ellas han disputado en las últimas décadas como importantes protagonistas de la historia: mujeres políticas, artistas, activistas, candidatas, ministras y magistradas. Es claro que en los últimos 50 años las mujeres han ganado un papel protagónico a partir de sus luchas y organización. También se proclama el lugar que ha ganado el feminismo como corriente teórica, epistemológica y política en la academia. No por nada se ha llegado a llamar al feminismo como la segunda revolución en las ciencias sociales contemporáneas, después del marxismo.


Este contexto arroja un panorama que, si bien en principio es esperanzador, permite cuestionar el alcance y papel del derecho en las exigencias de las mujeres y las reivindicaciones feministas que actualmente se desarrollan, luchas que si bien no son las mismas si están directamente relacionadas.


Por eso es necesario hoy poner a dialogar al derecho, cuestionar su papel como elemento de lucha e interlocución frente a las condiciones sociales, económicas e históricas en la disputa por un poder nuevo, no androcéntrico.


La Interrupción Voluntaria del Embarazo [IVE]


El 10 de mayo del presento año se cumplen 10 años de la despenalización del aborto en Colombia. Fue la sentencia C-355 de 2006 aquella que abrió la puerta a las conocidas 3 causales en las que se permite el aborto inducido: 1. Cuando existe peligro para la salud de la madre, 2. Cuando exista grave malformación del feto que haga inviable su vida y 3. En caso de violación o fecundación no consentida.


Si bien es un logro inmenso en la consecución de goce y ejercicio pleno de derechos sexuales y reproductivos de las mujeres a partir del derecho –una providencia judicial-, esta misma situación con el paso de esta década llegó a expropiar la decisión de interrumpir voluntariamente el embarazo -el luchado derecho a decidir sobre el propio cuerpo- de la madre a sujetos externos, quienes no sancionados por un tipo penal pero si amparados por un saber específico logran decidir sobre el cuerpo de la mujer. En la causal primera y segunda es un médico o una junta médica aquella que autoriza la interrupción, o peor, en la causal tercera será la autoridad judicial quien decida sobre la viabilidad de la misma, quien decida sobre el cuerpo de la mujer.


Si tanto se jacta el derecho de haber superado el régimen de incapacidad, de cosificación y de propiedad del esposo sobre su cónyuge por qué ahora replica la situación sobre el cuerpo. Antaño a las mujeres les era prohibido disponer sus propios bienes, hoy de manera cifrada en clave de “derechos”, se les niega su propio cuerpo. La decisión sobre la reproducción sigue estando atada a sujetos, hombres mayoritariamente, que escudriñan el cuerpo, trasgreden el pudor y exponen el útero como el último triunfo de propiedad del Estado, o peor, de la iglesia.

El derecho en un supuesto progresismo reconfiguró una situación biopolítica de control sobre el cuerpo de las mujeres en sus propios términos, el lenguaje del supuesto garantismo.


La violencia basada en Género [VBG]


Respecto a este tema el derecho ha sido un campo estratégico de lucha de las mujeres no solo a través de la creación de normas y tipificación de conducta atentatorias contra la igualdad de género como el caso de la violencia intrafamiliar, la inasistencia alimentaria, los casos de quemaduras con ácido o más recientemente con el feminicidio como un tipo penal autónomo. Sin olvidar tampoco los avances en temas de disposición institucional como el caso de la creación de la Secretaría Distrital de la Mujer como programa pionero de la Bogotá Humana de Gustavo Petro, o la formulación de múltiples políticas públicas en atención y prevención de situaciones de vulnerabilidad de mujeres. No obstante ello, aún poco se ha avanzado en la erradicación del machismo y el desmonte del patriarcado en la sociedad.


No se trata entonces de tener una fe ciega y absoluta en la norma, como si al decretar una prohibición se fuese a cumplir a cabalidad. El machismo no se acabará porque una ley lo exprese en un artículo, los hombres no dejarán de creerse dueños de sus parejas porque un decreto lo estipule; ni tampoco cesará la discriminación hacia la diversidad sexual o los chistes sexistas en las facultades porque una ordenanza o reglamento lo determinen.


La distribución desigual del poder entre sexos, géneros y orientaciones sexuales disidentes ha creado un desbalance en distribución de recursos, actuales y potenciales, en términos de capital social y cultural que conducen a situaciones de discriminación interseccional o de liminalidad ante el Estado. Escenario del cual el derecho no es ajeno ya que en sus procesos de producción y reproducción poco se cuestiona los roles hegemónicos o mayoritarios sobre los cuales se funda. Es preciso cuestionar como sujetos, como colectividad y desde la academia, siendo consecuentes con el feminismo como teoría y práctica política, qué roles y prácticas tanto jurídicas como cotidianas, son atentatorias de la igualad. No pensándolo de manera abstracta como principio supraconstitucional y fundante del Estado, sino como una cuestión diaria que importa no solo las mujeres, sino que atañe a los hombres como principales victimarios y sujetos enajenados en su propio sexismo.


Es momento de fortalecer las luchas de mujeres y las luchas feministas, es preciso construir nuevas masculinidades, es hora de avanzar en la emancipación social, sexual y de género, en el reconocimiento de la diversidad y el empoderamiento de las mujeres como sujetas políticas. Es un momento para volver a gritar por el reconocimiento pleno de derechos sexuales y reproductivos, por la despenalización total del aborto inducido, por la eliminación de cualquier forma de violencia basada en género, por la destrucción del machismo, el patriarcado y la misoginia.

Hoy debemos afirmar nuestro compromiso con las mujeres, su lucha es nuestra lucha, su liberación es nuestra liberación; la emancipación solo será verdadera si la construimos juntos.


¡LAS MUJERES SON MOTOR DE LA HISTORIA!


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