Legalizar las drogas e indultar a las Farc
La consideración del narcotráfico como un delito conexo al delito político y, por ende, beneficiario de indulto, conlleva a una tremenda encrucijada. El sapo a tragar es de dimensiones descomunales y muy difícilmente contará con la aquiescencia de la opinión pública. Sin embargo, para quiénes defendemos abiertamente la legalización de todas las drogas como una alternativa para erradicar el narcotráfico y así, un fortísimo insumo del conflicto armado, la posibilidad de indultar a la guerrilla y posteriormente a muchos actores por este delito, sería posible bajo ciertas circunstancias.
Es menester partir del hecho, corroborado por las más recientes decisiones de la comunidad internacional, de que sin flexibilizar la política de drogas es imposible alcanzar la paz en Colombia. Aún así se firme un acuerdo con la guerrilla, el incentivo perverso de traficar narcóticos permanecerá, pues lo ilegal es altamente demandado y genera exorbitantes rentas para sus productores y distribuidores. De igual manera, la inexistencia de un mercado legal en el que operen firmas en igualdad de condiciones azuza la violencia, fenómeno inherente a los escenarios de tráfico ilegal de drogas. Esto es cuando matar al otro es más útil que negociar o competir con él. En un mercado legal de drogas, esto se podría revertir. Tal y como sucedió luego de la prohibición del alcohol en 1933.
Si legalizar las drogas es imprescindible para la paz, es decir, si en algún futuro comprar y vender drogas podría ser permitido por la ley, ¿no sería absurdo frenar el acuerdo de paz, insistiendo en que la guerrilla pague cárcel por narcotráfico? Claramente es una pregunta difícil de abordar, pero, ¿acaso no es una posición coherente, si defendemos la legalización? ¿Estarán listos los colombianos para entablar un debate de tal calado?
Mi posición es que legalizar las drogas e indultar a quiénes hayan traficado con ellas en el pasado son dos asuntos interdependientes. Si se legalizan las drogas, necesariamente se tendría que abordar un indulto a la guerrilla por el “delito” de narcotráfico. En un escenario al revés, si se indulta a la guerrilla primero, el debate sobre la legalización inmediatamente debería estar sobre la mesa. Sería la única circunstancia bajo la cual sería justo indultar a la guerrilla. Técnicamente, sería la única justificación para indultar a la guerrilla. De lo contrario, no sería más que una simple capitulación del gobierno ante esta, un perdón vacuo y nada trascendente para alcanzar la paz. Peor aún con los escuetos acuerdos sobre drogas alcanzados en el tercer punto de la agenda. Este segundo escenario es el más viable, por la manera en la que el gobierno y la guerrilla buscan acelerar el proceso.
No obstante, es preciso hacer una salvedad: quiénes hayan cometido crímenes de lesa humanidad al traficar con drogas, no podrían ser indultados, y pasarían a tener otro tipo de tratamiento judicial. Este será uno de los grandes retos de los entes judiciales: tener la suficiente sindéresis para establecer quién traficó drogas manchándose de sangre y quién no.
Muchos aducirán que esta posición constituye una aberración. Tantos muertos, tantos atentados y tantas violaciones a los derechos humanos financiados por este negocio. Sin embargo, pocos se dan cuenta de que ha sido precisamente la prohibición de estas sustancias la que las ha vuelto rentables y la que ha espoleado el conflicto en el país. De igual manera, la guerra contra las drogas ha sido completamente ineficiente. Solo en el Plan Colombia (un rotundo fracaso) se invirtieron, grosso modo, US$11 billones. Sería realmente inútil truncar las negociaciones frente a un debate que tarde o temprano se tendrá que abordar. La guerrilla difícilmente se va a someter si lo que han hecho durante años se está volviendo legal en varias partes del mundo. Es por esto que la discusión acerca de la legalización tiene que llegar cuanto antes al país.
No se puede contemplar la legalización si no se contempla un indulto a quienes hayan traficado en el pasado. No se puede contemplar un indulto sin abordar la legalización. Igualmente, no se puede indultar a quienes hayan cometido delitos de lesa humanidad. El binomio indulto – legalización es indispensable para hablar de un acuerdo de paz coherente y duradero. De lo contrario, todo no es más que una mera capitulación.