La necesidad de replantear la política exterior del gobierno colombiano
“Colombia requería una redirección en las relaciones exteriores, tras un deplorable manejo en el gobierno de Uribe”
Todos criticamos a Juan Manuel Santos por el mal manejo que le ha dado al país en estos últimos cuatro años pero, ¿realmente hemos analizado lo que ha hecho en este tiempo en cuanto a política exterior? La respuesta es simple, ¡claro! o ¿quién no criticó lo que pasó frente al fallo de la Haya, la hipocresía con la que ha mantenido las relaciones internacionales, con la máscara que se presenta ante todos los países, frente a la debilidad que tiene la canciller frente a las decisiones de índole político que debe tomar?
Estas preguntas son muy simples de responder si se ven a simple luz, a una luz que desconoce los resultados de la política de nuestro anterior presidente Álvaro Uribe Vélez, quien tomó el ejemplo de muchos de sus predecesores, quienes enfocaron sus relaciones internacionales en el Repice Polum, es decir enfocadas a la visión del “gran faro mundial”, debilitando toda relación que existía con las naciones con las que verda-deramente teníamos que aliarnos, como lo son los países de la región Latinoaméricana, quienes tienen fortalezas y debilidades muy similares a las nuestras y persiguen intereses comunes. ¿Cómo nos vamos a aliar con una fuerza que nos lleva años luz en desarrollo y busca simplemente que lo sigan impulsando?
Aclaro, no es eliminar las relaciones con este país, estratégicamente Estados Unidos tiene una fuerza política y económica muy grande a nivel internacional y no es conveniente tenerlo de enemigo, sino tenerlo como un socio estratégico que permita que el posicionamiento de Colombia a nivel global sea más efectivo. A lo que me refiero es a que nuestro país necesita tener independencia política frente a la comunidad internacional, que podamos entablar relaciones con los países que queramos y no nos veamos limitados a un solo polo que tiene el aval de “nuestro gran aliado”.
Así, Juan Manuel Santos planteó una política, no muy efectiva, que buscaba ser un “puente” entre Esta-dos Unidos y la región. Esto signifi-ca colocar la relación dependiente que tenemos con Estados Unidos como referencia para entablar otras relaciones con países latinoamerica-nos. No obstante, no todos los países buscan este puente, todo lo contrario, buscan que la política sea indepen-diente y autónoma de los ideales que plantea Estados Unidos. Un ejemplo evidente es Brasil, la potencia emer-gente de Latinoamérica, a quien realmente no le interesa entablar relaciones con Estados Unidos ya que percibe la decadencia que le espera a esta potencia y por tanto no quiere ver que su país se hunda junto con los “norteamericanos”, pues prefiere presentarse como ese nuevo faro que puede guiar a las naciones que están surgiendo.
Colombia como potencia secundaria tiene un papel muy importante para la región, debe entender que su papel no es ser un seguidor a ciegas de las políticas de un país, sino empezar a tener liderazgos, que gracias a Santos y a la canciller lo ha podido lograr. Somos promotores de la Alianza del Pacífico y somos grandes promotores de UNASUR, y de todas aquellas organizaciones internacionales que tienen lugar en nuestra región. La reactivación de las relaciones con los países vecinos permite que el país se desarrolle de una manera rápida y efectiva.
No votaría jamás por la reelección de Santos pues no me gusta como maneja los aspectos internos del país, pero creo que no le deben dar tan duro, y que en materia de política exterior, el actual presidente de Colombia no lo ha hecho tan mal. Enfrentó algo que ningún otro presidente quiso hacer -la disputa marítima con Nicaragua-, que tarde o temprano iba a explotar y además restableció las relaciones con los demás países de la región creando una confianza que esperemos el próximo gobierno no dañe.
Por último, para todos aquellos que critican el fallo de la Haya, debe entenderse que las islas nunca estuvieron en peligro. Eso que nos mostraban como triunfo de que no nos quitaron la tierra, era una forma de los medios para que no nos afectara tanto la pérdida. Desde un principio lo que estuvo en juego fue el mar, las islas por tratado eran nuestras, el tratado nunca estableció límites marítimos por tanto eso nunca fue nuestro, ejercíamos soberanía falsa. Triste pero cierto
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