Anarcocapitalismo: ¿Corriente alternativa o insuficiencia teórica?
Ante las dinámicas que presenta el capitalismo global, las formas únicas y la introducción de esquemas que no conocen precedentes históricos, -como la irrupción de internet y la democratización del conocimiento-, siempre es necesario el enriquecimiento de los métodos interpretativos en todas las disciplinas sociales con el fin de permitir una mejor comprensión de los problemas de nuestro mundo, para, así mismo, ofrecer soluciones prácticas y factibles. El hecho de que exista una multiplicidad de puntos de vista, merece ser celebrado porque toda perspectiva bien argumentada, ofrece, en todo caso, herramientas para el debate y el planteamiento teórico. Sin embargo, ello también puede traducirse en que el análisis social pasa por un momento de crisis donde se ha perdido cualquier foco, cualquier asidero. Mucho más justificada parece esta afirmación con el surgimiento de ideas que carecen de cualquier fundamento lógico y herramientas interpretativas apropiadas, muchas veces especulativas y poco precisas.
Podemos ver el ejemplo perfecto de esta estolidez teórica en la corriente que se conoce como “anarcocapitalismo” que últimamente ha ganado muchos adeptos no en el campo académico sino que se ha difundido profusamente por sitios de internet como foros y las llamadas “redes sociales”, exponiendo unos “pilares fundamentales” que son borrosos, contradictorios y no existen más allá de su misma retó- rica. El propósito de este artículo es demostrar esta insuficiencia teórica, de manera muy general, como forma de llamar al debate sobre este tema, para descartar las ideas que son pobres argumentalmente.
¿Qué es el anarcocapitalismo?: influencias intelectuales y presupuestos fundamentales.
Básicamente, los “anarquistas de libre mercado”, como también se les llama, sientan sus bases en dos autores, ambos con un fuerte influjo de la Escuela de Viena: Ludwig von Mises y Murray Rothbard, cuya intersección puede sintetizarse en la siguiente fórmula: la desaparición del Estado para el desarrollo total de la propiedad privada y el capitalismo laissez faire. Siendo así, para los anarcocapitalistas, la propiedad privada constituye el epítome de la libertad humana y cualquier forma de resistencia contra esta es, por ende, una forma de lucha contra la libertad humana, una forma de coacción.
Otra autora que influyó notablemente en la concepción anarcocapitalista de la sociedad fue la escritora Ayn Rand, que se presume que en sus novelas fundó una nueva corriente filosófica conocida como objetivismo, que no introduce ninguna categoría nueva ni aporta en nada a la comprensión de las relaciones subjetivas y objetivas sino que es más bien una defensa aguerrida del individualismo y el egoísmo como realización absoluta de la libertad.
Las novelas de Rand, como The Fountainhead (1943) y Atlas Shrugged (1957) encuentran un lugar común donde los escenarios conducen irremediablemente a la afirmación total del individuo más como un ideal romántico que como una filosofía factible y con una mirada objetiva de la realidad: los protagonistas se mueven en un mundo distópico, donde se ha instaurado una forma de propiedad colectiva salvaguardada mediante la represión y el adoctrinamiento. En el caso de Atlas Shrugged, el protagonista, John Gald, se pone en la tarea de buscar las mentes más brillantes para iniciar un negocio de ferrocarriles, por lo que representa una amenaza para el orden establecido. Como corolario, Galt no es sino una metonimia del ideal de héroe individual, tan reafirmado históricamente en la sociedad estadounidense.
Por otro lado, la propiedad privada sustituye a la propiedad colectiva o a la propiedad estatal como eje fundamental del desarrollo económico, todo ello, desconociendo históricamente los conflictos que se articulan en torno a la propiedad privada. Partiendo de esto, no se debe reducir el intervencionismo estatal sino que el propio Estado debe desaparecer (esta es la idea que se presume adoptada del anarquismo), con el fin de eliminar cualquier obstáculo que el capitalismo laissez faire encuentre en su camino hacia el desarrollo. La conjugación de estos elementos, debería ser pues, la eliminación sistemática de cualquier rezago de represión.
Contradicciones fundamentales. en las propuestas anarcocapitalistas.
Ahora, pasemos a demostrar por qué todo este andamiaje es endeble y se cae por sus mismas flaquezas. Primeramente, traer a colación el anarquismo como manera de justificar el capitalismo laissez faire ya, de por sí, constituye un problema. Esto se debe a un reduccionismo necio que se resume en la ecuanimidad del anarquismo a la eliminación del Estado y que proviene del desconocimiento total de las teorías y la historia del anarquismo. Cualquiera que se siente a examinar esto, verá que el anarquismo va mucho más allá de “eliminación del estado” y que constituye, más ampliamente, en la eliminación de cualquier forma de represión y explotación, de cualquier estructura jerárquica; esto con el propósito de organizar una sociedad basada en la cooperación, donde ningún individuo es más calificado que otro. Semejante esquema social no tiene conciliación con la propiedad privada: ella misma se ha configurado a partir de esquemas estrictamente jerárquicos como la explotación y el trabajo asalariado. Ella requiere la especialización y división del trabajo propias de la sociedad moderna, así como una cualificación que permita esta división, y que, por ende, ya acarrea inevitablemente la creación de una relación jerárquica y vertical.
En esta misma línea, se han olvidado completamente de que el Estado moderno se ha configurado en función de la propiedad privada, y que sus instituciones no son sino la manera de salvaguardar la propiedad privada y la dinámica capitalista, por lo que la burguesía encuentra el cobijo apropiado en las formas estatales. Esto es perfectamente demostrable en los países del llamado “Tercer Mundo”, donde las leyes promulgadas desde la burocracia estatal no permiten la regulación de las políticas económicas de las multinacionales y el sector privado, así como los rescates a la banca, impulsados por el incremento de los impuestos en países como España. Al contrario de lo que piensan los anarcocapitalistas, una subida en los impuestos en un estado capitalista, también puede darse en función de los bienes privados. En síntesis, el Estado moderno y la burocracia institucional están concebidos bajo las directrices del capitalismo.
Hasta aquí se ha reducido el tema de manera atrevida, pero considero que los argumentos aquí ofrecidos sirven como introducción para el estudio riguroso de la economía, que propende descartar cualquier idea traída de los cabellos y que no contribuye en nada al debate. Por último, recalco la importancia del estudio de la teoría económica y la historia política con el fin de despejar del panorama cualquier idea traída de los cabellos que no contribuya en nada a los debates sobre la sociedad.
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