¿En qué va la MANE?
Después de todo el auge que tuvo la movilización estudiantil en torno a la pretendida reforma a la ley 30 de 1992 que regula el “servicio público de educación superior” presentada por el gobierno de Juan Manuel Santos en su primer mandato presidencial -año 2011-, es hora de dar un balance crítico acerca de los aciertos y desaciertos del proceso de la Mesa Amplia Nacional Estudiantil. Para ello es fundamental establecer el papel que desarrolla en la actualidad, junto con las razones del reflujo del movimiento estudiantil en la política y protesta social del país.
Recordemos pues, que tras la fallida reforma antes mencionada que pretendía instaurar un modelo educativo basado en el lucro, al tiempo que profundizaba la educación como servicio mediante la financiación de la demanda (endeudamiento) y no de la oferta (fortalecimiento de las universidades), grandes masas estudiantiles marcharon a la calle gritando consignas por la educación como un derecho. En este contexto se organizó un mesa, la MANE como símbolo de unidad y vanguardia estudiantil, todos y todas juntRs por la elaboración de un proyecto de ley redactado por estudiantes en el que se incluyese el consenso político decantado de los debates ideológicos y de modelo de educación que nos pensábamos. Se contó con el apoyo de maestros y de sindicatos de profesores, se invitó a los trabajadores, y convergieron los estudiantes de universidades públicas y privadas en rechazo al Icetex y a muchos otros puntos tratados en la polémica reforma. Todo ello liderado de manera egoísta por el estudiantado en su conjunto, que en su avanzadilla perdía noción de lo que pretendía construir.
Quienes participamos en el proceso de construcción del proyecto alternativo de ley de educación superior, podemos dar fe de la profundidad de debates que allí se dieron, incontables horas de puntos de vista encontrados, fórmulas de presupuesto y comparación de modelos de educación. Plenarias colmadas de personas por iniciativa propia donde nadie se quedaba dormido al mejor estilo del congreso. No obstante, todo se quedó en eso. Los modelos educativos planteados por organizaciones que se declaraban únicas dentro de la MANE impidió avanzar. Así pues, la convergencia estudiantil se fue diluyendo poco a poco, donde lo que había sido la mayor concentración del descontento espontáneo del estudiantado empezó a decaer, la gente independiente a cansarse por el hecho de sentirse inútil, y el vanguardismo dentro de la mesa finalmente destruyó la unidad.
La MANE como proceso de construcción de movimiento estudiantil tenía espacios locales en cada universidad donde se bajaban los debates al tiempo que se construían nuevas propuestas. En nuestra universidad se constituyó la Mesa Amplia Estudiantil Javeriana (MAEJ) que consecuente al pano rama nacional se fue fracturando progresivamente por el sectarismo entre organizaciones y el estancamiento de los debates.
Retomando la pregunta inicial acerca de en qué va la MANE actualmente, vale decir que en nada, o bueno, nada del talante de lo que fue en 2011. Hoy existe como recuerdo de movilización estudiantil. Sin embargo, no por ello deja de ser un referente nacional o se le resta el mprito que tuvo de frenar la profundización de la crisis de la educación superior.
Finalmente, es necesario decir que la inactividad tiene perspectivas, y que el movimiento estudiantil no se agota únicamente en la MANE. La crisis de la educación superior se mantiene actualmente: la precariedad de la infraestructura de la Universidad Nacional, que se cae a pedazos; la lucha por un acuerdo triestamentario (entre estudiantes, profesores y trabajadores) en la universidad Distrital que logre una constituyente universitaria; las deudas de los estudiantes con el Icetex; las universidades de garaje; y múltiples problemáticas que no han presenciado si quiera una solución en el corto o mediano plazo. Súmese a lo anterior el “Acuerdo por lo superior 2034” la “política pública” de educación para los próximos 20 años, en la cual se reintroducen las nocivas apuestas de la fallida reforma de la ley 30, esta vez bajo decretos y CONPES que por ser fraccionados no logran tener la visibilización que sí tuvo lugar en el año 2011. La apuesta ahora es por la construcción de espacios locales y de base que fortalezcan desde cada universidad el infranqueable e histórico movimiento estudiantil colombiano.
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