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¿Otro periódico en la facultad?

Desde que entramos a la universidad, a nuestra universidad, y desde que en los primeros semestres nos acercamos a la estructura jurídica de nuestra sociedad aprendemos que el paradigma político de nuestros tiempos es la democracia, como forma de organizar y ejercer el poder político y, en general, todo ejercicio de poder. Ahora, el debate está, y siempre ha estado en ¿Cuál es el contenido de eso que llamamos democracia? ¿Cómo se ejerce? ¿Cómo la desarrollamos desde nuestra vida cotidiana?, y ante estas preguntas nos encontramos con múltiples respuestas, en las aulas de clase, en las conversaciones informales –con profesores y con otros estudiantes-, en lo que leemos para clase y lo que leemos por gusto, se nos dirá que es el ejercicio del voto, la participación, el uso de los mecanismos institucionales, etc.


En nuestra opinión, la democracia es una forma de organización de la vida política que ofrece más posibilidades a los integrantes de una comunidad para que puedan acceder a los escenarios donde se discute el rumbo de la misma, y ante todo, para que puedan tomar parte en las decisiones que se toman respecto de su propio futuro. Así entendida la democracia, tiene requisitos para que ontológica y prácticamente podamos predicar su existencia: la discusión, el debate, la crítica, y la posibilidad real y material de debatir, la libertad (entendida como la ausencia de represión ante estos ejercicios) y la pluralidad son elementos básicos de esta concepción de la democracia.


Pero un artículo que se refiriera detalladamente a cada uno de estos componentes sería absurdamente largo, razón por la cual, nos dedicaremos sólo a un tema en concreto: la libertad de expresión. A este respecto nos gustaría señalar que sólo en la medida en que haya una completa libertad para expresar cualquier opinión y argumento que surja, habrá una verdadera posibilidad del ejercicio de la democracia.


¿Qué pasará entonces con el buen nombre y otros derechos de posibles afectados con la libertad de expresión? ¿Debemos avalar todo tipo de escritos y comentarios, aún si son difamatorios, o insultantes?¿y si alguien escribe en contra de la democracia? Son estas las preocupaciones que a los adalides del orden y a los maniacos del control absoluto esgrimen para obstaculizar el ejercicio de la libertad de prensa e información (por demás, derechos consagrados constitucionalmente), sin embargo, ¿No gozan esos posibles afectados de la misma libertad de expresión para rebatir esos escritos posiblemente lesivos?¿No tienen el mismo derecho a escribir y expresarse y por esta vía defender sus opiniones también?¿No será el rigor del debate y la calidad de los argumentos los que depuren el contenido de las publicaciones?


La democracia es (a nuestro entender) su propio filtro, la participación libre –insistimos, por libertad entendemos la ausencia de represión de cualquier tipo- es a la vez un mecanismo de cualificación del debate, es la piedra que afila los argumentos y los hace realmente valiosos, verdaderamente agudos y serios; he ahí la importancia de una absoluta libertad de expresión como garante de la democracia de una comunidad.


En nuestra facultad –que indudablemente es una comunidad– también se hace necesario el ejercicio de la democracia, y consecuentemente de la libertad de expresión, una libertad absoluta en la que todo tipo de crítica sea valedera: la forma y el método de la enseñanza, la organización democrática de la facultad (?), los contenidos de las cátedras, entre otros, son temas que pueden y deben ser objeto de crítica, de examen, de estudio; sólo en cuanto exista libertad para escribir alrededor de estos aspectos sin ningún tipo de censura tendremos una facultad mucho más democrática, mucho más cercana a los valores del Estado social de Derecho que estudiamos en clases.


Es por esto que surge Ágora, como un instrumento para el debate, para la opinión, para la expresión sin más límites que los del debate mismo. La invitación es para todos y todas ustedes, si somos el futuro del país, es nuestro deber empezar a construirlo desde ya, y para aquellos comprometidos con la causa de la democracia, ponemos a disposición esta humilde herramienta, una que puede construir los cimientos de una facultad y una sociedad a la altura de las necesidades de nuestros días.


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